jueves, 27 de agosto de 2009

Los Ciegos-fragmento. Maurice maetherlink

TERCER CIEGO DE NACIMIENTO. —Pero mirad al cielo: acaso veréis algo. (Todos
levantan la cabeza al cielo, excepto los TRES CIEGOS DE NACIMIENTO, que continúan mirando
al suelo.)
EL SEXTO CIEGO. —No sé si estamos bajo el cielo.
PRIMER CIEGO DE NACIMIENTO. —La voz resuena como si estuviésemos en una gruta.
EL CIEGO MÁS VIEJO. —Creo más bien que resuena así porque es de noche.
EL CIEGO JOVEN. —Me parece que siento en las manos la luz de la luna.
LA CIEGA MÁS VIEJA. —Creo que hay estrellas; las oigo.
LA CIEGA JOVEN. —Yo también.
PRIMER CIEGO DE NACIMIENTO. —Yo no oigo ruido ninguno.
SEGUNDO CIEGO DE NACIMIENTO. —¡Yo no oigo más ruido que el de nuestro aliento!
EL CIEGO MÁS VIEJO. —Creo que las mujeres tienen razón.
PRIMER CIEGO DE NACIMIENTO. —Nunca he oído las estrellas.
LOS OTROS DOS CIEGOS DE NACIMIENTO. —Nosotros tampoco. (Un enjambre de pájaros
nocturnos se precipita bruscamente entre las hojas.)
SEGUNDO CIEGO DE NACIMIENTO. —¡Escuchad! ¡Escuchad! ¿Qué hay sobre nosotros?
¿Oís?
EL CIEGO MÁS VIEJO. —¡Algo ha pasado entre el cielo y nosotros!
PRIMER CIEGO DE NACIMIENTO. —No conozco la naturaleza de ese ruido. Quisiera volver
al asilo.
SEGUNDO CIEGO DE NACIMIENTO. —¡Habría que saber dónde estamos!
EL SEXTO CIEGO. —He intentado levantarme; no hay más que espinas en derredor mío;
no me atrevo a extender las manos.
TERCER CIEGO DE NACIMIENTO. —¡Habría que saber dónde estamos!
EL CIEGO MÁS VIEJO. —¡No podemos saberlo!
EL SEXTO CIEGO. —Debemos de estar muy lejos de casa. No comprendo ninguno de los
ruidos.
TERCER CIEGO DE NACIMIENTO. —Desde hace tiempo estoy sintiendo el olor de las hojas
muertas.
EL SEXTO CIEGO. —¿Alguien ha visto la Isla en otro tiempo y puede decirnos dónde
estamos?
LA CIEGA MÁS VIEJA. —Éramos todos ciegos al llegar aquí.

2 comentarios:

  1. EL SEXTO CIEGO. —Dicen que sois hermosa como una mujer que viene de muy lejos.
    LA CIEGA JOVEN. —No me he visto nunca.
    EL CIEGO MÁS VIEJO. —No nos hemos visto nunca unos a otros. Nos preguntamos y nos
    respondemos; vivimos juntos, estamos siempre juntos, pero no sabemos lo que somos...
    Por mucho que nos toquemos con las dos manos... los ojos saben más que las manos...
    EL SEXTO CIEGO. —Yo, a veces, veo sombras cuando estáis al sol.
    EL CIEGO MÁS VIEJO. —No hemos visto nunca la casa en que vivimos; ¡por mucho que
    toquemos los muros y las ventanas, no sabemos dónde vivimos!
    LA CIEGA MÁS VIEJA. —Dicen que es un castillo viejo, muy sombrío y muy miserable;
    no se ve nunca luz, a no ser en la torre, donde se encuentra la habitación del sacerdote.
    PRIMER CIEGO DE NACIMIENTO. —Los que no ven no necesitan luz.
    EL SEXTO CIEGO. —Cuando guardo el rebaño, en los alrededores del asilo, las ovejas
    vuelven a casa solas, al ver, por la noche, esa luz de la torre... Nunca se han perdido.
    EL CIEGA MÁS JOVEN. —¡Ya van años y años que estamos juntos, y no nos hemos visto
    nunca! ¡Diríase que estamos siempre solos!... ¡Hay que ver para quererse!
    LA CIEGA MÁS VIEJA. —Yo algunas veces sueño que veo.
    EL CIEGO MÁS VIEJO. —Yo no veo más que cuando sueño...
    PRIMER CIEGO DE NACIMIENTO. —Yo no sueño, generalmente, más que a medianoche.

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  2. TERCER CIEGO DE NACIMIENTO. —Está loca; nunca dice nada.
    LA CIEGA MÁS VIEJA. —No ha vuelto a hablar desde que ha tenido el niño… parece que
    siempre tiene miedo.
    EL CIEGO MÁS VIEJO. —¿No tenéis miedo aquí?
    PRIMER CIEGO DE NACIMIENTO. —¿Quién?
    EL CIEGO MÁS VIEJO. —Todos.
    LA CIEGA MÁS VIEJA. —¡Sí, sí, tenemos miedo!
    LA CIEGA JOVEN. —¡Tenemos miedo desde hace mucho tiempo!
    PRIMER CIEGO DE NACIMIENTO. —¿Por qué preguntáis eso?
    EL CIEGO MÁS VIEJO. —¡No sé por qué lo pregunto!... ¡Me parece que, de repente, oigo
    llorar entre nosotros!...
    PRIMER CIEGO DE NACIMIENTO. —No hay que tener miedo. Creo que es la loca...
    EL CIEGO MÁS VIEJO. —Hay, además, otra cosa... Estoy seguro de que hay además otra
    cosa... No es sólo de eso de lo que tengo miedo...
    LA CIEGA MÁS VIEJA. —Llora siempre cuando va a dar de mamar al niño.
    PRIMER CIEGO DE NACIMIENTO. —¡Nadie llora como ella!
    LA CIEGA MÁS VIEJA. —Dicen que aún ve en algunos momentos...
    PRIMER CIEGO DE NACIMIENTO. —No se oye llorar a los demás...
    EL CIEGO MÁS VIEJO. —Para llorar hay que ver...
    LA CIEGA JOVEN. —Percibo olor a flores en derredor nuestro...
    PRIMER CIEGO DE NACIMIENTO. —¡Yo no percibo más que olor a tierra!
    LA CIEGA JOVEN. —¡Hay flores, hay flores en derredor nuestro!
    SEGUNDO CIEGO DE NACIMIENTO. —¡No siento más que olor a tierra!
    LA CIEGA MÁS VIEJA. —He sentido olor a flores en el viento...
    TERCER CIEGO DE NACIMIENTO. —¡Yo no siento más que olor a tierra!
    EL CIEGO MÁS VIEJO. —Creo que tienen razón.
    EL SEXTO CIEGO. —¿Dónde están? Iré a cogerlas.
    LA CIEGA. —A vuestra derecha. Levantaos. (El SEXTO CIEGO se levanta lentamente y
    adelanta a tientas, tropezando con las zarzas y con los árboles, hacia los asfódelos, que
    troncha y aplasta a su paso.)
    LA CIEGA JOVEN. —¡Oigo que rompéis ramas verdes! ¡Deteneos! ¡Deteneos!

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